De manos sucias
Freddy Sánchez jueves 28, Sep 2017Precios y desprecios
Freddy Sánchez
Tampoco hay que pecar de ingenuos. Pese a que cedan un amplio porcentaje e incluso todo el financiamiento oficial que la ley les otorga para sus tareas electorales, los partidos políticos no carecerán de recursos para sus planes proselitistas del próximo año.
Por cada peso que destinen a la reconstrucción de los bienes de los damnificados, seguramente habrá quienes les ofrezcan no sólo duplicar o quintuplicar ese dinero, sino incluso centuplicarlo.
La oferta de ese apoyo financiero para los institutos políticos (especialmente los de larga trayectoria en la política), al dejar de contar con financiamiento institucional, provendrá de sus propios afiliados, simpatizantes, grupos empresariales y de otras fuentes.
Estas últimas quizás de empresas trasnacionales, potencias extranjeras y naturalmente la delincuencia organizada.
Dos preguntas habrá que hacerse en este momento pues, si en verdad el financiamiento público (proveniente de los impuestos de los mexicanos para cuestiones electorales), en vez de llegar a los partidos políticos se dedicará a las tareas de reconstrucción y de demás apoyos a los damnificados por los sismos.
La primera y más importante: ¿serán capaces los responsables de las instituciones partidistas de tomar todas y cada una de las acciones pertinentes sobre la imperiosa necesidad de bloquear e impedir a toda costa cualquier financiamiento de orígenes oscuros con motivo de las elecciones porvenir?
Y segunda pregunta: ¿Se abstendrán de querer corromper las prácticas políticas todos esos grupos comúnmente interesados en colocar en cargos electorales a hombres y mujeres que sirvan a sus propósitos habitualmente corruptos en cuanto asuman una posición en el Congreso y la amplia variedad de cargos de gobierno a renovarse en el 2018, incluida la primera magistratura de la nación?
Confiar en que los políticos en general sabrán comportarse éticamente dando un ejemplo de incorruptibilidad a toda prueba promoviendo un financiamiento para sus tareas proselitistas, única y exclusivamente de aquellas fuentes que no comprometan sus honestidad en el ejercicio del poder, es más ingenuo todavía.
Así que de concretarse el distinto uso del dinero electoral otorgado oficialmente para dedicarlo a tareas de apoyo a los damnificados, lo cual sin duda sería una acción loable, al mismo tiempo requiere medidas precautorias muy eficientes para impedir que los políticos que estarán en campaña para buscar cualquier cargo de elección popular, se permitan obtener dinero privado de dudosa procedencia.
Y es que suprimir el gasto institucional para gastos electorales, no es problema, más bien una solución ante el hartazgo de la gente al ver cómo el dinero de los impuestos se desperdicia, pudiendo ocuparse en cosas necesarias para el bienestar social y no es así cada que hay elecciones en el país.
Por eso, es oportuno aprovechar el momento que se está viviendo para legislar sobre nuevas formas de financiamiento para el ejercicio de las tareas políticas en México, sin necesidad de que se malgaste el dinero de los impuestos, pero tampoco favoreciendo financiamientos con la evidente premisa de que muchos políticos, (de por sí dudosamente honestos), se vendan al mejor postor.
Lo ideal, es que si los partidos políticos y sus prospectos para cargos de elección popular no pueden conseguir dinero de origen lícito, tampoco puedan conseguir para sus campañas políticas fondos financieros de manos sucias.